Gestiona la fatiga que produce la conexión permanente a plataformas virtuales

Debido al distanciamiento social causado por la pandemia, cientos de estudiantes se han visto obligados a pasar más tiempo de lo habitual conectados a las plataformas virtuales para recibir sus clases cotidianas, asistir a conferencias o realizar otro tipo de acciones que anteriormente se hacían en distintos escenarios, como el aprendizaje de idiomas y otras actividades extracurriculares.

 

Así, el telestudio generalizado y la “Universidad Zoom, Meet o Teams” ha causado ciertas consecuencias que han dado paso a lo que en la actualidad se conoce como “Zoom fatigue” derivada de largas jornadas frente a la pantalla del computador.

 

Como sabemos que tú y los demás estudiantes universitarios no escapan a esta realidad actual, a continuación, te presentamos algunas recomendaciones para que puedas evitar al máximo el desgaste físico y emocional que puede producirte el estudio en línea.

1. Ojo al contacto visual: por lo general, el contacto visual que utilizas en las videoconferencias es extremo, algo antinatural, pues las demandas que requiere una charla virtual son más altas. Frente a la clase presencial, donde puedes mirar tus apuntes, al tablero, a otros estudiantes y al docente, la virtualidad exige tu mirada fija en la pantalla todo el tiempo que estás conectado, es decir, el contacto visual en este sentido aumenta drásticamente.

 

Esta situación puede generar estrés o ansiedad, porque de una u otra manera percibes que las miradas están puestas en ti, en todo momento. Además de eso, el cerebro humano tiene ciertos hábitos y mientras se adapta a las nuevas costumbres necesita tiempo. De ese modo, el tener a las personas a poca distancia, durante muchas horas, puede percibirse de manera incómoda, ya que, en la normalidad, las clases presenciales permiten a las personas mantener cierta distancia cuando hablan cara a cara. Pero en la virtualidad pasa lo contrario. En este caso, el cerebro humano percibe a la otra persona muy cerca y eso genera cierta incomodidad.

 

La recomendación para evitar estas situaciones es que evites el modo de pantalla completa, reduzcas el tamaño de la pantalla de las personas y utilices un teclado independiente del monitor para que puedas crear más espacio entre tú y la pantalla.

 

2. Mirarte a ti mismo: sin duda una experiencia novedosa en este contexto es mirarse a sí mismo todo el tiempo a través de una pantalla. En resumen, es como si estuvieras mirándote al espejo durante horas, mientras te comunicas, preguntas, te contestan, debates o te distraes. Por lo tanto, para muchas personas es una situación que no solo resulta insólita, sino intimidante. Para mitigar ese inconveniente, podrías deshabilitar la función del espejo o, a ratos, desconectar la cámara.

 

3. Movilidad limitada: las videoclases manejan un solo ángulo y, por lo tanto, el espacio y el escenario para moverse es limitado. En este caso, debes echar mano de las herramientas que tienes a disposición, es decir, adecuar el ambiente de modo que te permita moverte, posicionar la cámara, el micrófono y de ser posible adicionar algunos elementos, como el ratón y el teclado portátil para crear mayor flexibilidad.

 

4. Distracciones externas: estudiar en la casa implica disponer no solo de tiempo y un espacio adecuado para estar atento, sino además de tranquilidad y concentración. Así, muchas veces, las tareas cotidianas de los miembros de tu familia pueden robarte la atención necesaria y distraerte mientras estudias. Para ello, debes tener un diálogo con quienes convives en el hogar, para llegar a un acuerdo de respetarse mutuamente los espacios de labores varias, trabajo y estudio.

 

5. La comunicación no verbal: la comunicación por medio de plataformas virtuales, en parte, elimina la comunicación verbal. De esa forma, las personas tienen que interpretar las señas, los gestos o los ademanes. El esfuerzo mental para entender el significado de esas herramientas comunicativas es más exigente y, por lo tanto, muchas veces, genera cansancio. Para mitigar la fatiga que esto genera, puedes tomar pausas, apagando la cámara de vez en cuando y dejar el micrófono activo para guiarte únicamente por la voz de tus interlocutores. Esta es una buena manera de darle un descanso a tu mente del esfuerzo adicional a la que ha estado sometida, en los últimos tiempos.